Cuentan que en un pueblo del bajo Aragón turolense vive una
familia rica, mas el secreto de su riqueza no está en sus posesiones ni dinero
sino en su felicidad. Existe entre ellos una unión como no veréis jamás.
Los padres se enamoraron en un pueblo vecino, de su amor
surgió el primer hijo. Kiko nació guapo y sano, su cara fiel reflejo de su
padre. Años después tuvieron una hija, su niña. Alicia parecía tener la mirada
perdida desde pequeña, tras muchos exámenes médicos le diagnosticaron una
deficiencia visual y auditiva. Después de aquello pasaron seis años hasta que
tuvieron el valor de traer al mundo al tercer hijo que siempre habían querido,
porque si algo deseaba esta pareja enamorada era una familia numerosa. David es
aún un bebé pero, con la misma cara que su hermano Kiko cuando nació y la misma
sonrisa, ha traído a esta familia la pieza definitiva del puzle.
De esta historia no os contare las tristezas ni miedos, no
sabréis lo duro que es para unos padres recibir una noticia como la de Alicia
ni lo perdidos que se pueden llegar a encontrar. No os la puedo contar porque yo
no vi eso jamás. Al llegar conocí a unos padres luchadores y dispuestos a dar
su tiempo y su vida por sus hijos (entonces eran dos). Al principio los conocí
en el colegio, el trato es más profesional. Aun así me pareció que cualquier
palabra la anotaban y analizaban si podía ayudar a Alicia.
Con el tiempo se estrechó nuestra relación y me acogieron en
su casa. Jamás había tenido esa sensación en una familia. Recuerdo que sentí
ganas de llorar de la emoción. Alicia necesitaba atención y trabajo, sí, pero
no por ello le quitaban tiempo a Kiko. Jugaban durante horas, hablaban y reían.
Cenaban todos a las 8 porque Alicia se cansaba pronto y no iba a cenar sola.
Casi tres años después nada ha cambiado, ni siquiera con la
llegada del baby. Acabo de volver de visitarlos y todavía me emocionan. Desde
que me vine a Málaga echo mucho de menos trabajar como mediadora de Alicia,
pero aún echo más de menos esa sensación de familia.
Cuentan que en un pueblo del bajo Aragón turolense vive una
familia rica, mas el secreto de su riqueza no está en sus posesiones ni dinero
sino en su felicidad. La mediadora que trabajó durante algunos años con su hija
fue acogida como una más y siempre los lleva en su corazón.
que bonito Chancha!! un beso!!
ResponderEliminarMuchas gracias, podía haber contado mil cosas más, pero me ha salido tal cual y eso siempre me ha gustado.
ResponderEliminarGracias por leerme!
Besos
Qué linda family!
ResponderEliminarBesotes
Elsi
Eres la mejor mediadora del mundo, y la persona con el corazón más grande que he conocido. Como dijiste una vez a alguien "Con personas como tu el mundo sería de otra manera".
ResponderEliminarC.
Anómimo, sólo conozco a una persona que podría decir eso de mí y sea C. Me he emocionado con tu comentario. Es muy bonito poder llegar a la gente. Tengo compañeros que son mucho mejores mediadores que yo pero me quedo con lo que has dicho en ese "corazón grande" que dices que tengo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme!