domingo, 19 de mayo de 2013

La egoísta


Hace poco una buena amiga me dijo que en este momento de su vida no quería hacer voluntariado, que aunque pareciera muy egoísta por su parte ahora mismo tenía ganas de dedicarse a ella y no a los demás. A mí esto no me parece nada egoísta, todo lo contrario. Hay muchas personas que cuando les hablo de mi trabajo me dicen; “qué bonito”, “uff, qué difícil”, “hay que ser muy especial para trabajar en eso”, y cosas de este tipo. Si encima les dices que muchas de las veces trabajas por amor al arte, sin cobrar ni un duro y, en ocasiones, incluso poniendo pasta de tu bolsillo, parece que eres la mejor persona del mundo y que todo lo haces para los demás. Queridos amigos, no es así, al menos yo no lo veo así. Yo me siento muy egoísta, mucho más que mi amiga.

Cuando hago un voluntariado ayudo a una persona dependiente, sí, le aporto el apoyo necesario en ese momento, le acompaño, le explico el mundo que le rodea, juego, le regaño, un poco de todo dependiendo del caso… Eso es lo que yo le doy a los niños y adultos con los que trabajo, genial, debo ser maravillosa…¡¡ERROR!! ¿No me llevo nada? No cobro nada, es cierto, pero… ¿no gano nada? Afirmar esto sería una gran mentira.

Vamos a darle la vuelta a la tortilla. Soy una persona egoísta, necesito trabajar con los demás para sentirme mejor. Puede sonar fatal pero, en mi caso, es la cruda realidad. Sin ir más lejos, este último medio año ha sido horrible en mi vida pero, cada nueva actividad en la que participo me da fuerzas para seguir un poquito más y gracias a ello veo la vida de otra manera.

Así que quiero darles las  gracias a los usuarios de cada voluntariado en el que participo, esto es lo que yo me llevo de algunos de vosotros:


  • -          Un “Arantxa te quiero” al minuto de conocernos mientras nadamos juntas.
  • -          La  historia sobre tu vida que, por supuesto, ha sido mucho más difícil que la mía. Y que tus manos me cuentan con una tranquilidad que nunca tuve.
  • -          Un abrazo interminable entre lágrimas porque, un año más, se nos acaba el campamento.
  • -          Risas entre juegos de manos mientras andamos por el campo.
  • -          La felicidad infinita porque el agua corre por tu cara.
  • -          Unas cosquillas inesperadas por detrás.
  • -          La experiencia de caminar llevándote en mi brazo mientras tu perro guía descansa a nuestro lado.
  • -          Tu cariño diario y el de tu familia.
  • -          La sensación de ser alguien único en el mundo para ti.
  • -          Abrazos de barro y pintura entre manos que hablan.


Esto y muchas más cosas son las que vosotros me dais y, gracias a ello, he aprendido a esperar si es necesario, a ver siempre el lado menos malo de las cosas, a levantarme una y otra vez sin miedo de volver a caer. He comprendido que las palabras de este mundo no significan nada si no puedes vivirlas tú mismo. Me has enseñado a TOCAR LA VIDA.

¡Amigos, soy una egoísta y me encanta!

La egoísta en cuestión.


jueves, 9 de mayo de 2013

He Knows



Desde que nos conocemos te he sentado en mis rodillas cada día, al principio protestabas y mucho, llorabas y pataleabas. Yo empezaba a mover las piernas creando una vibración entre mi cuerpo y el tuyo. Eso te encantó y dejabas tu mundo para participar en el movimiento, soltándote y riendo. Paro con un golpe brusco al suelo y automáticamente te tocas la frente, ahí está tu mundo, así te sientes seguro. Después cojo tu mano derecha, toco mi pierna y, en tu cuerpo, te hago el signo “quiero” acompañado de mi voz “¿quieres más?”. Un segundo después vuelvo a repetir la vibración, parada brusca, “quiero”… Durante semanas.

Hoy es un día cualquiera, bueno no, es viernes. Voy a trabajar sin ganas porque me acompaña mi amiga “gripe” y, una vez más, te siento en mis rodillas. Empieza el tembleque que acompaña tu risa, paro con menos fuerza de la habitual porque la gripe puede con mis piernas. Espero un poco para ver tu reacción pero tus manos esta vez no van a la frente así que alargo el tiempo de espera. Esos ojazos parecen estar tramando algo… Segundos después me sorprendes buscando mi mano. Te enganchas del pulgar y la acercas hacia tu pecho, justo en el punto donde se inicia el signo “quiero”. Emocionada vuelvo a mover las rodillas con fuerza y ríes como nunca. Hoy no puede ser un día cualquiera.

Hoy SABES que con tus manos puedes decirme qué quieres, hoy tu mundo y el mío se han encontrado. Hoy, por primera vez, te has comunicado.

Aclaro:

Desde hace un par de meses trabajo de mediadora en Málaga con un niño de tres años, al que llamaremos Andrés. Nunca había llevado un caso de un usuario tan pequeñín y está siendo una experiencia muy especial. Lo que os cuento aquí es lo que vivimos el pasado viernes. Es el principio de un largo camino, pero ahora, como decían en la película sobre la vida de Hellen Keller (El Milagro de Ana Sullivan), HE KNOWS.