Desde que nos conocemos te he sentado en mis rodillas cada
día, al principio protestabas y mucho, llorabas y pataleabas. Yo empezaba a
mover las piernas creando una vibración entre mi cuerpo y el tuyo. Eso te encantó y dejabas tu mundo para participar en el movimiento, soltándote
y riendo. Paro con un golpe brusco al suelo y automáticamente te tocas la
frente, ahí está tu mundo, así te sientes seguro. Después cojo tu mano derecha,
toco mi pierna y, en tu cuerpo, te hago el signo “quiero” acompañado de mi voz “¿quieres
más?”. Un segundo después vuelvo a repetir la vibración, parada brusca, “quiero”…
Durante semanas.
Hoy es un día cualquiera, bueno no, es viernes. Voy a
trabajar sin ganas porque me acompaña mi amiga “gripe” y, una vez más, te
siento en mis rodillas. Empieza el tembleque que acompaña tu risa, paro con
menos fuerza de la habitual porque la gripe puede con mis piernas. Espero un
poco para ver tu reacción pero tus manos esta vez no van a la frente así que
alargo el tiempo de espera. Esos ojazos parecen estar tramando algo… Segundos
después me sorprendes buscando mi mano. Te enganchas del pulgar y la acercas
hacia tu pecho, justo en el punto donde se inicia el signo “quiero”. Emocionada
vuelvo a mover las rodillas con fuerza y ríes como nunca. Hoy no puede ser un
día cualquiera.
Hoy SABES que con tus manos puedes decirme qué quieres, hoy
tu mundo y el mío se han encontrado. Hoy, por primera vez, te has comunicado.
Desde hace un par de meses trabajo de mediadora en Málaga con
un niño de tres años, al que llamaremos Andrés. Nunca había llevado un caso de
un usuario tan pequeñín y está siendo una experiencia muy especial. Lo que os
cuento aquí es lo que vivimos el pasado viernes. Es el principio de un largo
camino, pero ahora, como decían en la película sobre la vida de Hellen Keller
(El Milagro de Ana Sullivan), HE KNOWS.
Un gran paso, guapa.
ResponderEliminarBesitos,
Elsi
Gracias Elsi!!
ResponderEliminarLOFIU