lunes, 12 de octubre de 2015

INDIA 2015 - Parte 1


Mi amigo Dev me pidió durante nuestra despedida en Bombay que escribiera unas palabras sobre mi viaje de este año a la India, sobre los días con él, mis sensaciones en el país y el contacto con chicos sordocegos en esos días. No es fácil, nada fácil, pero voy a intentarlo.

Como había prometido un año atrás, me volví a encontrar con la India. Esta vez el planteamiento del viaje era diferente. Mi amigo Jose Manuel (voluntario de APASCIDE, mediador como yo, Intérprete de LSE y muy muy muy buena persona) me había llamado meses atrás pidiéndome que viajáramos juntos a conocer diferentes proyectos relacionados con Sordoceguera en India. La idea me pareció la mejor del mundo. Miramos el calendario y no contábamos con demasiado tiempo, unas tres semanas. “Da igual sister, nos da tiempo”. Tomada la decisión se lo comentamos a Oskar (director de mi querido Teatro los Sinsentidos, voluntario de APASCIDE y gran amigo de los dos). Hay que decir que aproveché un momento de debilidad con cervezas en mano y poco tardamos en convencerlo. Yo brindando con él y Jose por whatsapp desde Murcia. Este fue el comienzo de un viaje para no olvidar.

Tres días después de una intensa semana de campamento de APASCIDE juntos, nos volvimos a encontrar en Madrid para subir al avión. Después de un vuelo de muchas horas aterrizamos a las 6 de la mañana en Bangalore. Teníamos una ruta más o menos planeada, pero no empezaba ahí. Nuestro chófer indio personalizado estaba esperándonos con un cartel que rezaba “Aranzazu”. Habíamos reservado un taxi que nos llevaría directos a la Fundación Vicente Ferrer (FVF), en Anantapur. Con los ojos aún pegados llegamos a la habitación. Fue dejar las cosas, desayunar y empezar en un mundo nuevo que para mí era ya conocido.



Los cuatro días que pasamos en la FVF parecieron meses. Visitamos los diferentes proyectos; colegios e institutos de niños sordos, colegio de niños ciegos y deficientes visuales, colegio específico de niños con parálisis cerebral, taller de estampado y telas hechas por mujeres con discapacidad, hospitales, etc. Es curioso cómo puede sentirse una en casa estando a tantos kilómetros. Cada segundo allí me recordaba a mi viaje un año atrás, a mi hermano, a las primeras sensaciones, se me iba abriendo algo en mí que tenía cerrado desde que me marché la otra vez.
Tuvimos la oportunidad de vivir algunas experiencias nuevas muy importantes para mí.

Una de ellas, visitar la casa y el poblado de mi niña apadrinada. Fuimos los tres y una pareja catalana que habíamos conocido en la FVF. La espera se hizo muy larga. Aquella mañana no nos dejaron salir del recinto para hacer visitas ni para ir al pueblo, había huelga y era peligroso. De hecho, vimos entrar a los piquetes en las oficinas obligando a parar a los trabajadores que salieron en masa a lo “efecto fairy” hacia sus casas. Esperamos hasta después de comer. Acompañados por uno de los guías-traductores de la fundación y por el chófer, salimos hacia el poblado. Al llegar nos recibieron con una ofrenda, pintando nuestra frente con el tercer ojo y algo más. A mí parecía que querían disfrazarme porque acabé con la cara entera amarilla. Vi a mi niña apadrinada con una tímida sonrisa, su padre serio como una tabla de madera y su madre...su madre...si existen los ángeles, esa mujer debe ser el molde para crearlos. Dulzura en estado puro. Además de la familia nos recibía todo el pueblo a la puerta de la casa. Pasamos para hablar tranquilos. La casa eran cuatro paredes oscuras con un somier y algunas sillas de plástico preparadas para nuestro recibimiento. Después de las presentaciones, la madre empezó a preguntar por mi familia. Con la sonrisa más bonita que podáis imaginar, los ojos inyectados de emoción contenida y la voz más dulce del mundo . Se dirigía a mí, sin quitarme la mirada, me hablaba en Teluru como si yo fuera a leer sus palabras en aquella sonrisa. Preguntó por mi familia, si estaba casada, por mi trabajo. Me dio las gracias no sólo por apadrinar a su hija sino por ir a visitarles desde un país tan lejano. Le hablé de mi decisión de apadrinar a un niño con discapacidad sensorial porque trabajaba con personas sordociegas y podía mandarle cartas en Braille. Mi niña me enseñó su regleta y punzó mi nombre en hojas de periódico dobladas. Nos regalaron pulseras hechas con hilo, aquel día era costumbre comprar una pulsera y regalarla a tu hermana mayor, a mí me la dio mi niña. Yo le di algunos regalos, entre ellos el parchís adaptado para personas ciegas. Le dije que se lo llevara al cole para jugar con los compañeros. Las primas y amigas del pueblo tapaban la poca luz que entraba por la única puerta. Estábamos unas veinte personas en diez metros cuadrados.

Le pedí a Oskar que hiciera “magia”. Hace un juego muy bueno de luces que pasar de una mano a otra, se la traga y la escupe, etc... Al principio algunos niños se asustaban, pero luego pidieron más y más. Fue un momento único, aquellas caras de emoción. Sentirse en familia estando tan lejos.
Después salimos fuera al “momento foto”. Si habéis estado en ciertas zonas de India, sabréis a lo que me refiero si digo que uno se siente como “Angelina Jolie” en la alfombra roja.



Nos despedimos y montamos en el jeep donde ya no pude más y se me saltaron las lágrimas. El coche se alejaba mientras los niños del pueblo nos seguían. Yo sólo podía mirar a esa madre, que aún me lanzaba su sonrisa.



Aquel mismo día, al terminar la visita al poblado, llegamos a un cole de niñas sordas. Esa mañana nos habíamos estado preparando un pequeño cuento en Lengua de Signos Teluru. Compramos los diccionarios elaborados en la FVF y estudiamos signos básicos para la representación.
Al entrar al colegio, las niñas se abalanzaban a nosotros al ver que movíamos las manos. Se sentaron en unos escalones para ver nuestra pequeña obra. Interpretamos el cuento “Por cuatro esquinitas de nada”. Fue bastante emocionante ver que nos entendían y disfrutaban.
Después les enseñamos un mensaje en vídeo de nuestra amiga Sara Crespo. Sara fue voluntaria y cooperante en la FVF como profesora en los colegios de niños sordos y fue una de las que elaboró el primer diccionario de la Lengua de Signos Teleru. Es una gran profesional y una persona única. Algunas de las niñas, las más mayores, se emocionaban al ver el mensaje. Al terminar, nos pidieron sin parar “por favor, decirle a Sara que venga”.




Bueno, un descansito que sino no hay quien lea esto del tirón. Esta vez prometo acabar la historia, sobre todo porque me lo pidió mi amigo Dev y con él pasamos lo últimos días de viaje.











2 comentarios:

  1. Para mí, el ángel eres tu... Dios te bendiga por tan hermosa labor!!!

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  2. Para mí, el ángel eres tu... Dios te bendiga por tan hermosa labor!!!

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